La internet de los cuerpos como evolución de la internet de las cosas

En este blog hemos publicado varias entradas y referencias sobre la seguridad en la internet de las cosas. El Termcat define este concepto como la “red formada por un conjunto de objetos conectados a internet que pueden comunicarse entre sí y también con humanos, y así transmitir y tratar datos con o sin intervención humana”. Una parte de estos objetos y dispositivos conectados tiene como función captar y procesar datos o información relacionados con el cuerpo humano y hacer su seguimiento. Se habla de estos objetos o dispositivos como la internet de los cuerpos (internet of the bodiesIoB– en inglés).  

La mayoría de estos dispositivos están relacionados con la salud. En un extremo habría los dispositivos relacionados con actividades médicas, ya sea de una manera temporal (por ejemplo, pastillas que captan y transmiten información del interior del cuerpo) o permanente (como las últimas generaciones de marcapasos). En otro extremo encontraríamos la tecnología portable (wearables, en inglés), cada vez más presente en nuestra vida diaria, como los relojes o pulseras inteligentes que registran la actividad física o la frecuencia cardíaca, camas que miden la respiración, balanzas que registran el peso, la grasa o el agua del cuerpo, entre otros valores, o ropa que permite regular la temperatura corporal. [1]

En otoño de 2020 Rand Corporation publicó una investigación acerca de las oportunidades, los riesgos y la gobernanza de estos dispositivos. Por una parte, se preguntaba cuáles eran los beneficios, los riesgos para la seguridad y la privacidad y las implicaciones éticas de la internet de los cuerpos. Por otra parte, se preguntaba qué se estaba haciendo, en Estados Unidos, por regular la internet de los cuerpos y los datos recogidos por estos dispositivos. Por último, intentaba responder la pregunta de qué se podía hacer para compensar los riesgos y los beneficios de la internet de los cuerpos.

Con respecto a los riesgos en el ámbito de la privacidad, existen dudas sobre quién puede llegar a tener acceso a los datos y qué uso podría llegar a darles. En cuanto a los riesgos para la seguridad, serían equivalentes a los de otros dispositivos de la internet de las cosas, como la vulnerabilidad que supone que personas no autorizadas accedan al dispositivo, aunque en los dispositivos sobre el cuerpo humano los peligros potenciales o los daños y efectos si se materializara alguna de las vulnerabilidades serían mucho más elevados.

El rápido crecimiento y desarrollo de estas nuevas tecnologías ha hecho que no exista suficiente normativa al respecto o que todavía esté por concretar cómo se puede aplicar o adaptar la regulación existente. Además, también son necesarios una gran sensibilización y un gran trabajo por parte de los desarrolladores y fabricantes para que minimicen o eliminen las posibles vulnerabilidades de los aparatos.

Para más información:

The Internet of Bodies Will Change Everything, for Better or Worse. – https://www.rand.org/blog/articles/2020/10/the-internet-of-bodies-will-change-everything-for-better-or-worse.html

The Internet of Bodies. Opportunities, Risks, and Governance https://www.rand.org/pubs/research_reports/RR3226.html

[1] Otra clasificación de los dispositivos de la internet de las cosas es la que los presenta en tres generaciones: la primera la formarían los dispositivos externos al cuerpo; la segunda, los integrados al cuerpo, y la tercera, los fusionados al cuerpo.

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