Otto M. J. Adang: “En la gestión del orden público, interactuar y comunicar son herramientas tácticas importantes”

El profesor Otto M. J. Adang (1956) es científico conductual. Da clases de Gestión del Orden Público y el Peligro en la Academia de Policía de los Países Bajos desde el año 2004. A Adang le interesan la agresión, la reconciliación y el comportamiento colectivo en relación con el orden público. Desde el año 1998 ha sido jefe de investigación del programa de Gestión de la Violencia y el Peligro en situaciones conflictivas, que creó  él mismo y que estudia la interacción entre la policía y los ciudadanos.

Actualmente, el profesor Adang tiene varias responsabilidades. Además de ser catedrático en Gestión del Orden Público, es decano académico en el máster de Control Policial de la Academia de Policía. Desde el 1 de abril de 2016, también es profesor, por nombramiento especial, de Seguridad y Comportamiento Colectivo en la Facultad de Ciencias Sociales y del Comportamiento de la Universidad de Groningen. Y desde el año 2018 es profesor visitante en el Centro de Investigación Policial de Canterbury.

En su opinión, ¿cuáles son los cambios más importantes en la gestión del orden público en los últimos 10 años en Europa?

El cambio más importante que he visto en las últimas décadas con respecto a la policía y el orden público en Europa es el cambio en el control de los disturbios desde una perspectiva unilateral, con el énfasis puesto en la desorganización policial y un umbral bajo con respecto al uso indiferenciado de armas no letales, hacia un enfoque más moderno y flexible de la gestión del orden público, en la que se pone el énfasis en establecer límites que promuevan el orden de una manera amistosa y firme.

Es cierto que no todos los países han mostrado este cambio, pero cada vez veo cómo se identifican “mejores prácticas” de gestión en acontecimientos públicos.

En realidad, ¿qué es una buena práctica? Una buena práctica es evitar fricciones innecesarias y facilitar las actividades e intenciones legítimas de los participantes en la medida de lo posible. Monitorizar y observar un acontecimiento en tiempo real se considera importante para identificar problemas potenciales y ocuparse de ellos desde los estadios iniciales. Eso implica comunicarse con los participantes e informarlos para que sepan qué les afecta, evitar malentendidos sobre las medidas que se adopten y conseguir alterar su comportamiento.

En línea con la pregunta anterior y teniendo en cuenta los últimos acontecimientos, ¿hacia dónde vamos? ¿Cuáles serán, en su opinión, los pasos siguientes?

Podríamos señalar varias tendencias generales en los países occidentales, muchas de las cuales provienen de un interés creciente por incorporar la visión científica actual al control policial de los acontecimientos públicos.

Para mencionar solo algunos de los ejemplos más importantes, encontramos una flexibilidad creciente que permite a la policía, como un todo o en las diferentes unidades, cambiar fácil y ágilmente entre los diferentes enfoques. En este sentido, ganar flexibilidad significa hacer cambios en las tácticas y estrategias con respecto a la reacción o la prevención. Por ejemplo, hay un patrón general basado en prestar más atención a recoger pruebas para incrementar la “calidad” de las detenciones y mejorar las posibilidades de éxito de los procesos judiciales, así como preferir un enfoque centrado en el autor antes que un enfoque colectivo con detenciones o confinamientos masivos. No obstante, también encontramos un uso más profundo del enfoque estratégico amistoso y firme en relación con facilitar un comportamiento pacífico y un enfoque graduado, diferenciado e informativo que incrementa la capacidad de diálogo, de comunicación y de intervenciones sencillas de la policía en los estadios iniciales. En Suecia, el debate se centra en tácticas policiales especiales; Berlín ha desarrollado la estrategia de la “mano tendida” y el Reino Unido se vanagloria del modelo británico. Cada vez se crean más unidades de diálogo: por ejemplo, los grupos anticonflicto de Alemania, la unidad de diálogo de la policía sueca o los equipos de inteligencia avanzada del Reino Unido (aunque estos últimos han adquirido gradualmente un papel diferente).

También hay una tendencia general a prestar más atención a los briefings después de acontecimientos problemáticos, a identificar buenas prácticas e intercambiar puntos de aprendizaje entre fuerzas policiales.

Finalmente, con respecto a la inteligencia, existe consenso sobre la importancia de la información sobre los autores “conocidos”. Sin embargo, también hay una insatisfacción general hacia la calidad de la información y el reconocimiento de que esta información sobre los autores “conocidos” es insuficiente y no puede sustituir a la comprensión de sensibilidades y dinámicas de las multitudes en un contexto determinado. Las tendencias internacionales reflejan una conciencia creciente sobre los mecanismos que desencadenan la violencia colectiva, así como qué medidas son más efectivas.

Teniendo en cuenta su experiencia internacional y académica, ¿cuáles cree que son las mejores prácticas/enfoques policiales para mantener la paz social?

La inteligencia se percibe como un medio importante para identificar a grupos de alborotadores que buscan la confrontación. Por su percepción del riesgo, deberían tener claro (ellos mismos, así como el resto de la gente) qué medidas efectivas se pondrán en marcha en caso de que traspasen los límites. Si se consigue conocerlos, se reduce el anonimato ante las autoridades. Es una buena práctica evitar en lo posible tomar medidas que creen o enfaticen situaciones de “nosotros contra ellos”. En este sentido, interactuar y comunicar son herramientas tácticas importantes. Cuando sí se dan situaciones violentas, se considera una buena práctica actuar a tiempo, en vez de esperar a que la situación escale y se descontrole, y hacerlo de manera centrada y dirigida, especialmente hacia aquellas personas que estén transgrediendo los límites, sean vándalos o activistas con tácticas black block. Por otra parte, se reconoce que la naturaleza oportunista de mucha de la violencia colectiva pone un límite a la utilidad de la inteligencia: una vez escala la violencia, el número de opciones disponibles se agota rápidamente. A causa de las incertidumbres que afectan, se consideran esenciales los preparativos que respondan a una variedad de escenarios hipotéticos.

Y, finalmente, con respecto a la gestión del orden público, ¿ha detectado alguna mala praxis en Europa occidental digna de mención?  ¿A qué factores atribuiría esta mala práctica?

Se pueden discernir algunas tendencias claras en los diferentes países en relación con el control policial de acontecimientos públicos.

Aunque se dice que es necesario un cambio, este cambio no radica en la legislación ni en nuevos poderes, sino en entender y utilizar mejor la legislación existente.

También necesitamos tener presente que el desarrollo de nuevas armas no acostumbra a ser prioritario. Hay otras necesidades que se denominan armas no letales innovadoras. De hecho, estas armas no son innovadoras, ya que básicamente representan tecnología ya existente que no se ha desarrollado lo suficiente para ser operativa, y además están intrínsecamente ligadas a conceptos de control de disturbios totalmente obsoletos.

Finalmente, con respecto al equipamiento, necesitemos cambiar hacia un equipamiento que proteja mejor a los agentes de policía, mejore las comunicaciones entre agentes, mejore las posibilidades de comunicación con los participantes de acontecimientos masivos, mejore las posibilidades de recogida de información y pruebas y ayude a incrementar la flexibilidad.

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