Según un informe de Emma Disley publicado en el Criminal Law & Justice Weekly, el servicio penitenciario del Reino Unido parece estar atravesando una situación difícil los últimos meses. El Ministerio de Justicia (MoJ) ha hecho públicas las cifras del año 2016 en las prisiones de Inglaterra y Gales, algunas de las cuales resultan comprometedoras, como por ejemplo las 119 muertes por suicidio, que suponen 29 más que en el año 2015 y son la cifra más alta desde que empezaron los registros en el año 1978.
Del año pasado también destacan los 37.784 heridos por autolesiones y 25.049 incidentes por ataques y peleas dentro de los centros penitenciarios.
Cabe mencionar que, en fecha 1 de marzo de 2017, las prisiones de Inglaterra y Gales atienden a 85.519 internos, 81.559 de los cuales son hombres y 3.960, mujeres. La capacidad máxima actual de las prisiones sería de 86.720 internos, con lo cual la situación estaría muy próxima al límite.
Otro de los problemas añadidos sería el de la escasez de trabajadores, sobre todo en una docena de centros penitenciarios, que necesitan funcionarios de prisiones de otros centros para ayudar a mantener el orden.
Atendiendo a todos los retos que afronta el servicio de prisiones británico, la Comisión de Justicia inició una investigación sobre el programa del Gobierno del Reino Unido para implementar reformas en los centros penitenciarios. RAND Europa fue una de las organizaciones llamadas a responder basándose en investigaciones previas sobre los bonos de impacto social (SIB) en la prisión de Peterborough. La presentación de RAND Europa se centró en las lecciones de estos estudios sobre cómo los programas de la prisión y su rendimiento pueden medirse con eficacia.
Una primera lección sería evitar centrarse en los delincuentes del sistema penitenciario que son más fáciles de ayudar con el fin de conseguir los objetivos de rendimiento, por ejemplo, a las medidas destinadas a reducir la reincidencia entre los reclusos. Eso puede hacer olvidar individuos que son más difíciles de comprometer –por ejemplo, los que tienen muchas condenas anteriores–, en favor de los “objetivos fáciles”.
Una segunda lección sería intentar no concentrarse en los resultados a corto plazo durante periodos breves de medición. Es más importante captar los impactos a largo plazo en vez de realizar una retroalimentación rápida y, por lo tanto, habría que estudiar periodos más realistas y apropiados.
Finalmente, junto con la implementación de cualquier nuevo régimen de prestaciones para las prisiones, hay una necesidad de evaluaciones sólidas e independientes para entender los efectos de los programas, tanto positivos como negativos.
Las prisiones del Reino Unido están viviendo un periodo muy difícil. La forma en que se mide el cumplimiento de los programas de la prisión puede tener un papel importante en su eficacia e impacto sobre los delincuentes, así como sobre los profesionales.
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