Liberaciones por error en las prisiones de Inglaterra y Gales: síntoma de un sistema al límite

Entre abril y octubre de este año 2025, 91 presos fueron liberados por error en Inglaterra y Gales, según datos recientes del Ministerio de Justicia británico. Las cifras llegan en un momento en el que el gobierno del Reino Unido afronta una fuerte presión tras varios casos de alto perfil que han sacudido la confianza pública en el sistema penitenciario.

Éste no es un incidente aislado: la tendencia de los últimos años está claramente al alza. En los doce meses hasta el pasado marzo, 262 internos fueron excarcelados por error, un incremento del 128% respecto al año anterior. Una señal de alarma que apunta a un profundo problema estructural.

El secretario de Justicia, David Lammy, reconoció abiertamente que el sistema penitenciario británico se encuentra en una situación horrorosa. A su juicio, la reducción del 25% del personal penitenciario entre 2010 y 2017 ha dejado a los centros sin experiencia ni recursos suficientes para gestionar procesos tan delicados como las liberaciones.

Lammy defiende que es necesaria una reforma radical y que sólo la tecnología puede prevenir errores en el futuro. Por eso, el gobierno ha anunciado varias medidas:

  • Creación de un equipo de científicos de datos para analizar errores históricos.
  • Inversión de hasta 10 millones de libras en nuevas herramientas de IA para reducir el error humano y sustituir sistemas anticuados basados ​​en papel.
  • Una línea de atención urgente para verificar órdenes judiciales pendientes antes de las liberaciones.
  • Simplificación de las políticas de excarcelación para estandarizar los procedimientos.

Además, el gobierno ha impulsado una revisión independiente, que se espera que presente resultados el próximo febrero.

La crisis ha abierto un nuevo frente político. El secretario de Justicia en la sombra, Robert Jenrick, ha acusado al gobierno laborista de generar confusión con su programa de liberación anticipada, creado para aliviar la superpoblación en las cárceles. Este sistema permite excarcelar a determinados presos tras cumplir el 40% de la condena, en lugar del 50% habitual.

Jenrick considera que la gestión de Lammy es una farsa absoluta y que la seguridad pública está en peligro. A su juicio, el ministro ha perdido el control del sistema y ha sido reacio a publicar los datos.

Lammy, por su parte, mantiene que el programa de liberación anticipada era inevitable porque los conservadores no ampliaron su capacidad penitenciaria cuando gobernaban. Entre los detalles más preocupantes, Lammy ha confirmado que tres de los presos liberados por error siguen en libertad:

  • Un detenido inicialmente por no entregarse a la policía, excarcelado en diciembre de 2024.
  • Un preso por delitos de drogas, liberado en agosto de 2024.
  • Un autor de robo con bastante agravada, liberado en junio de 2025.

Uno de ellos es extranjero; los otros dos, británicos. Además, las autoridades investigan un posible cuarto caso reciente, del 3 de noviembre.

La situación ha sido intensificada por casos recientes que han llenado titulares como:

  • Dos presos liberados por error en menos de una semana de la cárcel de Wandsworth, que finalmente han sido apresados.
  • La errónea liberación de Hadush Kebatu, un migrante que había llegado al Reino Unido en una patera y que agredió sexualmente a una menor de 14 años mientras vivía en un hotel de asilo. El caso desató protestas en todo el país.

Kebatu fue finalmente deportado, pero el daño reputacional ya estaba hecho.

El crecimiento de los errores de liberación en las prisiones británicas no es sólo un dato estadístico: es la muestra de un sistema al límite. La falta de personal, la presión acumulada, los procesos anticuados y la falta de coordinación entre instituciones son problemas que no pueden ignorarse.

La reforma, por tanto, no es opcional: es imprescindible. Y el futuro del sistema penitenciario británico dependerá, en gran medida, de si el gobierno es capaz de aplicar las medidas anunciadas y recuperar la confianza de una ciudadanía cada vez más escéptica.

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