Aumentan en Estados Unidos los centros de control con videovigilancia

Las ciudades de Estados Unidos han ido estableciendo los llamados “centros de control a distancia”, con sus siglas en inglés RTCC ( Remote Tap Changer Control Panel), que, según la policía, protegen los derechos de las personas inocentes, pero, por el contrario, los críticos con este sistema advierten de los excesos de este tipo de vigilancia.

El pasado mes de junio apareció publicado en la página web wired.com un reportaje firmado por el investigador Zac Larkham, que explicaba que en la década de 1990, Londres construyó el llamado “anillo de acero” con una red de barreras de hormigón, puntos de control y miles de videocámaras que rodeaban la ciudad, debido a los bombardeos del ejército republicano irlandés. La idea era controlar a todo el mundo que entraba y salía de la milla cuadrada, lo que se acabó llamando “urbanismo fortaleza”.

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, los urbanistas que buscaban defender Nueva York del terrorismo recurrieron a la experiencia de Londres y al urbanismo de la fortaleza para inspirarse. Los llamados “centros de fusión”, donde las policías estadounidenses comparten inteligencia a nivel federal para analizarla y construir una imagen más amplia de la delincuencia, llevaban varios años existiendo. Pero los funcionarios empezaron a preguntarse qué pasaría si pudieran hacer localizaciones geográficas desde estos centros de fusión, qué pasaría si las fuerzas del orden locales pudieran analizar y reunir datos de inteligencia de una ciudad.

En 2005 respondieron con el llamado “primer centro de delincuencia en tiempo real”, una extensa red de CCTV y lectores automáticos de matrículas (ALPR) conectado a un núcleo central en la sede del Departamento de Policía de Nueva York, que costó más de once millones de dólares. Desde entonces, desde Miami hasta Seattle, los RTCC se han ido expandiendo por todos los Estados Unidos. El Atlas de vigilancia, un proyecto de la entidad sin ánimo de lucro de derechos digitales Electronic Frontier Foundation (EFF), que supervisa la tecnología de vigilancia policial, ha contabilizado 123 RTCC en todo el país, y este número va en aumento.

Cada RTCC es ligeramente diferente, pero su función es la misma: recopilar datos de vigilancia en toda una ciudad y utilizarlos para crear una imagen en directo del crimen en la ciudad. Los departamentos de policía tienen a su disposición una gran variedad de tecnologías que van desde CCTV, sensores de disparos y monitorización de redes sociales hasta drones y cámaras corporales. En muchos casos, las imágenes que recogen los sistemas policiales se ejecutan mediante la tecnología de reconocimiento facial y los datos recopilados a menudo se utilizan en la policía predictiva.  

Sin embargo, la mayoría de evidencias sobre la eficacia de los RTCC son anecdóticas y existe una falta efectiva de estudios sobre la eficacia real de este sistema. En Detroit, un estudio del Instituto Nacional de Justicia concluyó que el Proyecto Green Light , donde el Departamento de Policía de Detroit estableció cámaras en más de 550 ubicaciones, incluidas escuelas, iglesias, empresas privadas y centros de salud, ayudó a disminuir la violencia contra la propiedad en algunos casos o zonas, pero no contribuyó a prevenir delitos violentos y otros tipos de delitos. Sin embargo, los departamentos de policía argumentan que los RTCC son positivos para su trabajo.

Poca gente sabe que existen los RTCC, y mucho menos el alcance de la vigilancia que conllevan, por lo que estos centros de control que se van extendiendo pueden recibir poco escrutinio público y a menudo funcionan sin demasiada supervisión. Hace tiempo que desde varios sectores existe la preocupación sobre cómo estas tecnologías de vigilancia podrían afectar a la Primera y la Cuarta Enmiendas.

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