Las muertes en las carreteras estadounidenses muestran una alarmante brecha racial

A principios de este año, el diseñador arquitectónico y fundador de la asociación Segregation by Design, Adam Paul Susaneck, publicó un artículo en el rotativo The New York Times donde mencionaba diferentes estudios en los que el denominador común era que el diseño urbanístico de las ciudades estadounidenses era en parte culpable de las alarmantes cifras de atropellos y de las disparidades raciales de estos atropellos.

Se estima que 19 peatones al día, de media, fueron atropellados por automóviles en Estados Unidos durante el año 2022. Y cabe destacar que durante el año 2021, las muertes de peatones alcanzaron un máximo histórico de los últimos 40 años.

Si bien estas muertes aumentaron significativamente en todos los ámbitos durante la pandemia de la COVID-19, las tasas de peatones hispanos y negros fallecidos fueron significativamente mayores que las de peatones blancos.

Un estudio publicado en 2022 por las universidades de Harvard y de Boston profundizó en la comprensión de este fenómeno al estudiar la distancia recorrida por diferentes grupos raciales al conducir, andar o montar en bicicleta. Encontró que las personas afroamericanas tenían más del doble de probabilidades, por cada milla andada, de ser atropelladas por un vehículo que los peatones blancos. Para los ciclistas afroamericanos, el riesgo de mortalidad por milla fue 4,5 veces mayor que para los ciclistas blancos.

Para Susaneck, el diseño de las ciudades sería en parte responsable de estas preocupantes disparidades. Las lesiones de peatones y ciclistas suelen concentrarse en los vecindarios más pobres que tienen una mayor proporción de residentes negros e hispanos. Estos barrios tienen una historia en común de falta de inversiones en medidas básicas de seguridad vial, como farolas, pasos peatonales y aceras, y una excesiva inversión en infraestructuras de automoción destinadas a acelerar el paso de las personas que no viven allí.

Una reciente investigación de la Universidad de Carolina del Norte encontró que los barrios marginales que fueron objetivo de limpieza de barrios a mediados del siglo, vieron cómo se destruían residencias y negocios para permitir construir nuevas carreteras y autopistas arteriales. El estudio probó una profunda asociación estadística con el incremento de muertes de peatones.

Según el estudio, décadas de negligencia cívica, el colapso de los valores de las propiedades y la fuga de ciudadanos blancos afectaron aún más a la seguridad de los peatones. El mantenimiento de las aceras de muchas ciudades depende de los propietarios, pero se fueron desgastando junto a los edificios vacíos, por lo que un paseo por la calle hasta una parada de autobús o una tienda se convirtió en un peligroso viaje.

En este sentido, un estudio sobre el estado de las carreteras en Florida encontró que la probabilidad de un accidente que involucre a un peatón era tres veces mayor por milla en carreteras sin aceras.

Estados Unidos puede revertir la tendencia de aumento de muertes por accidente de tráfico, una tendencia que afecta desproporcionadamente a las comunidades hispanas y afroamericanas, invirtiendo en un diseño de carreteras más seguro: estrechando las calles, reduciendo la cantidad de espacio dedicado a los automóviles, haciendo cumplir los límites de velocidad y plantando árboles para proporcionar señales visuales para que los conductores reduzcan la velocidad. Aunque estas intervenciones pueden parecer simplistas en comparación con la escala del problema, otros países han demostrado que pueden funcionar. Los planificadores urbanos pueden reconocer que todo el mundo debería poder andar o montar en bicicleta por su barrio sin temer por su vida.

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