La doctora Megan O’Neill es profesora adjunta de geografía humana en la Universidad de Dundee, Escocia, y directora asociada del Instituto Escocés de Investigación Policial (SIPR). Su trabajo se centra en aspectos de la cultura policial, la policía comunitaria, la pluralización del sector público en la policía, la policía privada y las prácticas de vigilancia del estado. Ha publicado dos libros, Policing Football (2005, Palgrave) y Police Community Support Officers (2019, Oxford University Press). También ha publicado numerosos artículos de investigación en revistas como Policing and Society, The European Journal of Criminology, Theoretical Criminology, Criminology and Criminal Justice y The British Journal of Criminology.

1. Hay quien propone la disolución de la policía. ¿Cree que es una propuesta razonable y posible?
A pesar de que puedo entender la lógica de este argumento para disolver la policía, no estoy de acuerdo en que esta sea la mejor manera de avanzar. En cambio, defendería un enfoque más integrado para resolver los problemas sociales entre los servicios del sector público (y también incluir algunas organizaciones relevantes del sector privado y del tercer sector). Reducir la manera como los diferentes servicios funcionan como silos los unos de los otros y avanzar hacia un sistema en vez de una práctica y un presupuesto integrados, me parecería una mejor respuesta al crimen y al desorden. Muchos de los mayores retos que se ven en la policía no se encuentran dentro del don de la policía para resolverlos por sí solos, pero son un socio importante en este proceso. Por lo tanto, esto requeriría una financiación adicional para la policía (y las otras agencias), no menos, para establecer estos sistemas y métodos de integración y comunicación. También requeriría un cambio organizativo significativo para todas las agencias implicadas. Por ejemplo, ya no podría darse el caso de que la policía sea la única organización de respuesta las 24 horas.
2. ¿En caso de disolución de organizaciones policiales, podrían otros actores u órganos asumir las funciones de la policía?
No estoy de acuerdo en que otros organismos puedan asumir el trabajo de la policía. El suyo es un conjunto de habilidades particulares que para determinados acontecimientos o incidentes es absolutamente necesario. También tienen la dilatada experiencia y el prestigio cultural para jugar un papel muy importante en un trabajo más integrado con otros servicios. Para mí, se trata de encontrar una mejor manera de integrar los diferentes servicios para prevenir delitos, desórdenes y problemas sociales. Por descontado, esto requeriría un cambio organizativo importante para todos los implicados, incluida la policía. Se tardará mucho tiempo en conseguirlo y se tiene que comunicar con cuidado y eficacia a todo el personal. Quizás habrá preocupaciones sobre el cambio, pero si los agentes sienten que tienen voz en este proceso y pueden ser escuchados, el cambio es realmente posible. Una integración a esta escala requiere el compromiso firme de todas las agencias implicadas o, en caso contrario, no tendrá éxito.
3. En caso de disminución del papel de la policía, podría aumentar la seguridad privada. ¿No sería problemático para muchos ciudadanos que no se lo podrían permitir?
El aumento del papel de la seguridad privada es extremadamente problemático. Las organizaciones privadas tienen como objetivo principal la consecución de beneficios. Todas las demás preocupaciones son secundarias a eso. Hay muchos investigadores que han estudiado el trabajo del sector privado en varios aspectos de los servicios de justicia penal (como la policía, las prisiones y la libertad condicional) y han encontrado múltiples fracasos y comportamientos problemáticos. Eso no quiere decir que la policía del sector público sea siempre perfecta, ni mucho menos. Pero como organismo que es responsable ante el estado o ante las personas a las que sirve, la policía pública tiene un deber de cuidado inherente que el sector privado nunca podrá igualar. Y todo esto es un problema incluso antes de plantearnos la cuestión de quién pagaría los servicios del sector privado y si eso comportaría una estratificación de la seguridad que la ciudadanía puede esperar. A mi entender, es moralmente corrupto confiar en el sector privado para proporcionar seguridad al público en general. Sin embargo, como se ha dicho anteriormente, el sector privado puede ser un socio importante en la prestación más amplia de servicios integrados que sugiero. Pero serían un socio menor, en comparación con los del sector público.
4. ¿Cuál tiene que ser el papel de los ciudadanos en un modelo alternativo de gestión de la seguridad? ¿Cuál tiene que ser su papel y cuáles tienen que ser los límites de su intervención?
El público en general tendría, por descontado, un papel a jugar en el modelo integrado que propongo. Los miembros del público son el centro de esto, ya que todos los servicios tendrían que trabajar juntos para establecer cuáles son las causas de la delincuencia, el desorden o los problemas sociales en una comunidad y trabajar para abordarlas. En definitiva, esto solo tendrá un éxito total con la colaboración del público. No obstante, no tenemos que poner a la ciudadanía en una posición en la que debe tener un papel activo en su propia prestación de seguridad, más allá de los fundamentos básicos de cerrar puertas, mantener las contraseñas seguras, etc. Mucha gente no dispone de los recursos ni de la capacidad para tener un papel activo en esta tarea y no hay que esperar que lo hagan. Con respecto a los investigadores académicos, tendremos un papel importante en este sistema a la hora de poner en primer plano la mejor prueba disponible sobre qué funciona en qué situaciones y para evaluar y valorar nuevas iniciativas a medida que se promulgan.
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