Así se desprende de la comunicación del pasado mes de diciembre de 2020 de la Comisión Europea al Parlamento Europeo, al Consejo Europeo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones sobre política antiterrorista.

El reciente periodo de ataques a tierras europeas ha servido para recordar que el terrorismo sigue siendo un peligro real y actual. A medida que evoluciona esta amenaza, también tiene que hacerlo la cooperación para contrarrestarla. La naturaleza transnacional de las redes terroristas requiere un fuerte enfoque colectivo a nivel de la Unión Europea, que salvaguarde y mantenga la sociedad pluralista, los valores comunes y la forma de vida europea. Los y las ciudadanas tienen derecho a sentirse seguros en casa y en la calle, así como en internet. La UE tiene un papel clave a la hora de ayudar a garantizar esta seguridad.
La UE continúa en alerta terrorista. Persiste la amenaza yihadista o inspirada por Daesh, Al Qaeda y sus afiliados. Las amenazas de extremistas violentos de derecha e izquierda aumentan. La naturaleza de los ataques también está cambiando. La gran mayoría de los ataques recientes los llevaron a cabo individuos que actuaban solos, a menudo con una preparación limitada y armas fácilmente disponibles, dirigidos a espacios densamente concurridos o altamente simbólicos. Aunque es probable que los ataques con un solo actor sigan prevaleciendo, no se pueden excluir ataques más sofisticados. La UE también tiene que estar preparada para las amenazas de tecnologías nuevas y emergentes, como el uso malicioso de drones, la inteligencia artificial y el material químico, biológico, radiológico y nuclear. La difusión de ideologías radicales y de material de orientación terrorista se acelera mediante el uso de propaganda en línea, y el uso de las redes sociales a menudo se convierte en una parte integral del mismo ataque.
En primer lugar, hay que ser capaces de anticipar mejor las amenazas existentes y emergentes en Europa. El intercambio de información y una cultura de cooperación multidisciplinar y multinivel siguen siendo claves para una evaluación sólida de las amenazas que puede constituir la base de una política antiterrorista a prueba de futuro.
En segundo lugar, hay que trabajar para evitar que se produzcan ataques, abordando y combatiendo mejor la radicalización y las ideologías extremistas antes de que arraiguen, dejando claro que el respeto a la forma de vida europea, a sus valores democráticos y a todo lo que representa no es opcional. Esta agenda establece maneras de dar apoyo a los actores locales y construir comunidades más resistentes con prioridad, en estrecha coordinación con los estados miembros, teniendo en cuenta que algunos ataques también han sido realizados por europeos.
En tercer lugar, para proteger eficazmente a los europeos, hay que seguir reduciendo las vulnerabilidades, ya sea en espacios públicos o para las infraestructuras críticas que son esenciales para el funcionamiento de nuestras sociedades y nuestra economía. Es fundamental modernizar la gestión de las fronteras externas de la UE mediante sistemas de información de la UE a gran escala nuevos y actualizados, con un apoyo reforzado por Frontex, y garantizar controles sistemáticos en las fronteras externas de la UE. Eso es necesario para cerrar lo que de otra manera sería una grieta de seguridad a la hora de volver los combatientes terroristas extranjeros.
En cuarto lugar, para responder a los ataques cuando se produzcan, hay que aprovechar al máximo el apoyo operativo que pueden proporcionar las agencias de la UE, como Europol y Eurojust, así como asegurar el marco legal adecuado para llevar a los autores a la justicia y garantizar que las víctimas reciban el apoyo y la protección que necesitan.
Finalmente, el compromiso internacional entre los cuatro pilares de esta agenda, que facilita la cooperación y promueve la creación de capacidades, es esencial para mejorar la seguridad en la UE.
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