En plena pandemia de la COVID-19, las imágenes de miles de miembros de bandas hacinados por el gobierno de El Salvador han dado la vuelta al mundo.
El país continúa su particular lucha contra los miembros de las bandas, especialmente la Mara Salvatrucha y la 18. Según Osiris Luna, viceministro de Seguridad y director general del sistema penitenciario, decidieron mezclar y recluir en las mismas celdas a los diferentes grupos de estructuras criminales, como un golpe de efecto del estado sobre las bandas.
Desde hace dos décadas, la cárcel es el lugar común al que el gobierno de turno ha recorrido para aparentar que se está combatiendo con contundencia el fenómeno de las bandas. No hay que olvidar que, según estimaciones oficiales, se calcula que hay unos 60.000 miembros activos de bandas, en un país que no llega a los 7 millones de habitantes.
Es más, en 2018, informaciones de centros penales consideraban que el 44% de la población penitenciaria era miembro de alguna banda, es decir, unos 17.400 del total de 39.300 personas privadas de libertad.
La diferencia es que antes el sistema penitenciario sirvió para implementar una segregación total para los miembros de las bandas, asignándoles prisiones exclusivas para cada banda.
Esta iniciativa, considerada por las bandas como una victoria contra el sistema, sirvió para mantener durante años las cifras de motines y asesinatos en el interior de las cárceles, pero consolidó el poder y la organización interna de estas estructuras criminales.
El gobierno anterior dio el año 2016 los primeros pasos para cambiar esta situación, pero ha sido durante la Administración Bukele cuando estas transformaciones se han acelerado.
Las consecuencias que pueden originar estas políticas penitenciarias son impredecibles. Pero también hay que tener claro que bandas como la Mara Salvatrucha o MS-13 están formadas por un conglomerado de programas y clicas con autonomía operativa y, aunque hay una comandancia general, no siempre siguen las mismas órdenes. De hecho, entre integrantes de la misma banda ha habido sangrientas disputas. A día de hoy, hablar en El Salvador de la MS-13 como una sola entidad homogénea ya no es muy preciso.
La otra gran banda sería la llamada Barrio 18, que a mediados de la década pasada también sufrió conflictos internos y partió el grupo en dos mitades: los Sureños y los Revolucionarios.
Otras bandas menores serían las llamadas La Mirada, Locos 13 o la Mao-Mao, que actualmente tendrían unos 300 miembros activos encarcelados.
Otro frente a destacar es el de los llamados retirados, aquellos miembros de bandas que han abandonado básicamente la MS-13 o las 18, sobre todo por problemas internos.
No serían considerados una banda pero a estas alturas suman más de 3.000 miembros en las cárceles. Es más, desde el año 2004 tienen asignado un centro penal exclusivo en la ciudad de Sonsonate.
https://www.eluniversal.com.mx/mundo/el-salvador-polemica-por-fotos-de-pandillas-hacinadas
https://elpais.com/elpais/2020/04/28/eps/1588078228_930360.html
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