El crimen organizado es uno de los principales desafíos que castiga a Latinoamérica. Así lo expresa el estudio “Mujeres y crimen organizado en América Latina. Más que víctimas o victimarias”, elaborado por el Observatorio Colombiano de Crimen Organizado.
Entre sus efectos, cabe destacar que los altos niveles de violencia que marcan la región son especialmente alarmantes. Desde los años 90, la apertura de las economías junto con la debilidad institucional de los estados y otros factores sociales como la pobreza y la desigualdad, favorecieron el crecimiento de actividades transnacionales como son el narcotráfico, el tráfico de armas y la trata de migrantes. De este modo, América Latina se convirtió en la región en la que las dinámicas criminales han tenido mayor crecimiento a escala mundial.
El hombre siempre ha tenido el dominio en las diferentes economías ilegales y ha primado la tendencia a ver la actividad criminal como una “cosa de hombres”. La participación de las mujeres en el crimen organizado ha estado a la sombra de los análisis académicos y del debate público.
Sin embargo, debido a la escasez de información y de cifras, la investigación sobre este tema es limitada aunque ha aumentado bastante en la última década. La relativa invisibilidad de las mujeres en los debates sobre el crimen organizado también es producto de la percepción generalizada de estas como un apéndice de sus compañeros masculinos dentro de las estructuras criminales, por ejemplo, como amantes u objetos sexuales. Los estereotipos de las mujeres como dependientes y débiles refuerzan la noción de que no pueden tomar decisiones independientes en relación con los negocios ilegales.
La participación de las mujeres en estructuras de crimen organizado no es uniforme. Los distintos roles que las mujeres desarrollan en las economías criminales permiten caracterizar diferentes tipos de participación que configuran un abanico, que va desde subordinadas y víctimas hasta protagonistas, líderes y victimarias en algunas de las economías criminales.
A pesar de la escasez de evidencias empíricas sistemáticas entorno a la participación de las mujeres en el crimen organizado, esta investigación permite hacer algunas recomendaciones destinadas a la prevención y atención a las poblaciones afectadas:
- Fortalecer los sistemas de información estadística relacionados con el crimen organizado y la participación de las mujeres en distintas actividades criminales como víctimas y victimarias.
- Construir estrategias diferenciales que muestren el carácter diferenciado de la participación de las mujeres en las economías del crimen organizado.
- Comprender los factores que han impulsado a las mujeres a participar en la ilegalidad con finalidad preventiva.
- Hacer mapas con roles múltiples y diferenciados de las mujeres en el crimen organizado, incluyendo otras economías ilegales como el contrabando o la extorsión.
- Promover el empoderamiento de las mujeres por medio de iniciativas colectivas que busquen oportunidades a personas vulnerables de ser reclutadas por el crimen organizado.
- Fortalecer sinergias de trabajo entre gobiernos locales, regionales y nacionales de los países de América Latina orientadas a ofrecer asistencia a las víctimas del crimen organizado.
- Instar a los órganos policiales y judiciales latinoamericanos a aplicar un enfoque de género en sus investigaciones.
- Fortalecer los vínculos entre las instituciones de política social, económica y educativa con el objetivo de reorientar hacia la legalidad a aquellas mujeres especializadas en roles logísticos dentro de las economías criminales.
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