La llegada de la pandemia del coronavirus a Estados Unidos ha provocado un incremento de ventas de armas de todo tipo, que ha causado incluso colas delante de algunas tiendas.[1] Muchos de estos compradores manifiestan la necesidad de estar seguros ante el confinamiento que los obliga a estar en casa, solos en algunos casos. La demanda de armas ha sido muy poco específica: los clientes piden casi cualquier tipo de arma para defenderse, circunstancia nueva, ya que normalmente la gente que va a comprar un arma va con la idea de una específica.
Muy rápidamente, los primeros días de la pandemia en EE. UU. ya se dieron casos de muertes con armas de fuego bien por suicidios, o bien por temas relacionados con las normas de distanciamiento social implantadas para frenar el coronavirus. De hecho, por ejemplo, en Detroit hubo una manifestación de personas con armas para protestar contra la obligación de quedarse en casa y cerrar las tiendas de armas.[2]
Ante la necesidad de regular las actividades comerciales que podían continuar abiertas, la inmensa mayoría de gobernadores ha optado por considerar las tiendas de armas como dispensadoras de productos esenciales, básicos, de primera necesidad, por lo que pueden continuar ofreciendo sus productos con normalidad.[3] Solo en cinco estados no se han considerado las armas productos de primera necesidad y han sido obligadas a cerrar: Nueva York, Nuevo México, Washington, Massachusetts y Michigan. Los vendedores que tienen licencias federales pueden incluso ofrecer armas en la calle o que los clientes compren desde el mismo coche, para mantener las normas de distanciamiento social. Hay que mencionar que en Virginia, aunque no se ha obligado a cerrar las tiendas de armas por el confinamiento, se ha aprobado muy recientemente una ley que limita la venta y la posesión de armas de fuego.[4]
La Asociación Nacional del Rifle, que hace tiempo que no pasa por su mejor momento económico —entre otras cosas por luchas internas que le han causado cuantiosas pérdidas—, y que había despedido a trabajadores inmediatamente antes de la llegada de la pandemia, está combatiendo activamente a los gobernadores que han obligado a cerrar las tiendas de armas, y ha llegado a denunciar ante los tribunales, como mínimo, a los gobernadores de Nuevo México y de Massachusetts.
Los estudios de investigación son extremadamente claros al respecto:
- Es más fácil que la gente acabe herida tras amenazar a los agresores con armas de fuego que si sale corriendo o llama a la policía.
- La existencia de un arma en el hogar incrementa la posibilidad de que sus ocupantes terminen heridos o muertos.
- Por cada 40 homicidios con arma de fuego hay un homicidio justificado en legítima defensa.
- Más armas en circulación significan más disparos accidentales y más homicidios.
En consecuencia, parece evidente que el incremento de armas en los hogares durante los días de confinamiento puede convertir en muy peligroso cualquier conflicto doméstico que pueda surgir. Como concluye claramente la periodista Melinda Wenner Moyer en un artículo publicado recientemente: “Cuantas más armas poseamos, y más cerca las tengamos, en más peligro estaremos durante la pandemia”.[5] En cambio, solo unos cuantos gobernadores se han atrevido a afrontar el revuelo que puede causar el cierre de los establecimientos de venta de armas en una opinión pública que considera la posesión de armas un derecho fundamental, garantizado por la segunda enmienda de la Constitución.
[2] https://www.thetrace.org/rounds/daily-bulletin-armed-protesters-stay-at-home-order-michigan/
[3] https://www.thetrace.org/2020/03/coronavirus-gun-store-closures-state-map/
[5] https://www.thetrace.org/2020/04/gun-safety-research-coronavirus-gun-sales/
_____
Aquest apunt en català / This post in English / Post en français