Hace unas semanas, Europol publicó un informe sobre las actividades delictivas en las que los delincuentes se aprovechaban de la crisis de la pandemia del COVID-19.
La crisis actual, sin precedentes en la historia de la Unión Europea, ha llevado a que los estados miembros hayan adoptado medidas varias de cuarentena, incluyendo restricciones a los viajes o limitaciones a la vida pública para frenar la propagación del brote. Asimismo, se daba apoyo a los sistemas públicos de salud, salvaguardando la economía y asegurando el orden y la seguridad pública.
La UE ha identificado los factores que han provocado cambios en la delincuencia y el terrorismo, elementos fundamentales que, a raíz de la pandemia del COVID-19, han tenido un impacto en la seguridad interna de la UE. Son los siguientes:
- Alta demanda de determinados productos, material de protección y productos farmacéuticos.
- Disminución de la movilidad y el flujo de personas de la UE y a la UE.
- La limitación de la vida pública ha hecho que algunas actividades criminales hayan sido menos visibles y se hayan trasladado a la configuración de casa o bien online.
- Los ciudadanos permanecen en casa, confiando en soluciones digitales, llevando a cabo cada vez más teletrabajo.
- Ansiedad y miedo aumentados que pueden generar vulnerabilidades.
- Disminución del suministro de determinados bienes ilícitos en la UE.
La pandemia global del COVID-19 no sólo es un problema de salud grave, sino que también conlleva un riesgo grave de ciberseguridad. Los criminales aprovecharon con rapidez la proliferación del virus, abusando de la demanda que la gente tiene de información y suministros.
Los delincuentes han utilizado la crisis del COVID-19 para llevar a cabo ataques de ingeniería social, es decir, correos electrónicos con phishing mediante campañas de spam e intentos de estafa más orientados, como el compromiso de correo electrónico empresarial (BEC).
Hay una larga lista de ciberataques contra organizaciones e individuos, incluidas campañas de phishing que distribuyen software malicioso mediante enlaces maliciosos y archivos adjuntos para ejecutar ataques de software malicioso y ransomware que tengan por objetivo sacar provecho de la preocupación por la salud global.
Según fuentes policiales, también se indica un aumento de la actividad online por parte de los que buscan material de abuso a menores. Sobre todo al ser más vulnerables por el aislamiento, menor supervisión y mayor exposición online.
Es de esperar que durante los próximos meses aumente el potencial de daño económico a ciudadanos, empresas y organismos públicos. Los delincuentes también han adaptado las estafas de inversión para provocar especulación en inversiones en acciones relacionadas con el COVID-19, con promesas de cuantiosos beneficios.
Y existe una alta probabilidad de que los delincuentes adapten los esquemas de fraude para explotar los beneficios de la situación post-pandemia. Una vez más, las probables víctimas serán las personas mayores. Los estafadores buscarán acercarse a las víctimas haciéndose pasar por funcionarios o asistentes sociales o sanitarios que ofrecen pruebas del COVID-19 con la pretensión de entrar en las viviendas para robar objetos de valor.
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