La violencia siempre ha sido uno de los retos mundiales más importantes para la humanidad. Centenares de millones de hombres, mujeres y niños han sido asesinados o afectados por conflictos armados, crímenes, extremismos y violencia sexual y de género.
La violencia corroe a las instituciones democráticas y perjudica los derechos humanos fundamentales. También hay un riesgo de que se aumenten determinadas formas de violencia colectiva en la próxima década, sobre todo por las tensiones que provoca el cambio climático y los riesgos que comportan las nuevas tecnologías.
Aunque lejos de los titulares mediáticos, durante el último medio siglo se ha avanzado en la prevención y reducción de muchos tipos de violencia.
La disminución relativamente reciente de la violencia no garantiza que continúe hasta bien entrado el siglo XXI. Pero con intervenciones dirigidas y financiación sostenida, sobre todo en las ciudades, la mayoría de formas de violencia podrían bajar todavía más. Esta es, de hecho, una de las aspiraciones centrales del objetivo de la campaña sustainabledevelopment.un.org/sdg16. El mundo tiene una oportunidad real de reducir la violencia a la mitad hacia el año 2030. Para conseguirlo, será necesario hacer un balance de dónde estamos y tomar decisiones sobre dónde queremos ir. Precisamente esto es lo que pretenden alcanzar iniciativas atrevidas como el Pathfinders Partnership.
Es importante reflexionar sobre cuántas personas se ven afectadas por la violencia. Aunque es difícil medirlo con precisión, hasta 600.000 personas, incluidas casi 100.000 mujeres y niñas, mueren en todo el mundo como consecuencia de conflictos, delitos, violencias extremistas y asuntos extrajudiciales. Millones más sufren heridas físicas y psicológicas relacionadas con la guerra, la criminalidad y la violencia sexual y de género. Más de 40 millones de personas son desplazadas por violencia, incluidos 26 millones de refugiados. Si no se toman medidas para cambiar el curso actual, no es del todo seguro que estas tendencias mejoren en la próxima década. Sin embargo, si se toman medidas para revertir estas tendencias, se podrían ahorrar, literalmente, centenares de miles de vidas y millones de dólares en reconstrucción, reparaciones, pérdidas de productividad y reclamaciones de seguros.
El primer paso para reducir la violencia de manera efectiva para el 2030 es tener una idea clara de cómo se distribuye en el tiempo y el espacio. Tomamos el caso de la violencia letal. Hay una percepción errónea de que hay más personas que mueren violentamente en las zonas de guerra que en los países en paz.
Un segundo paso es determinar dónde se concentra la violencia y quién tiene más riesgo. Una parte considerable de toda la violencia (es decir, muertos, heridos y violaciones) se concentra en las ciudades.
El tercer paso es reconocer los factores de riesgo que generan varios tipos de violencia. Aunque la violencia es plurifactorial, destacan varios riesgos recurrentes. Por ejemplo, la desigualdad social y la económica.
Se necesitarán colaboraciones mundiales sin precedentes para reducir la violencia en un 50% durante los próximos diez años. Pero hay motivos para el optimismo. Por primera vez, la ONU y el Banco Mundial se han unido tras un marco común para prevenir los conflictos. Entidades como la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) se han comprometido a reducir la violencia. La entidad ONU Mujeres ha anunciado la Iniciativa Spotlight para acabar con la violencia contra las mujeres y UNICEF ha unido fuerzas con otras para avanzar en las estrategias INSPIRE para ayudar a los gobiernos a mejorar la seguridad para todos. Otra iniciativa prometedora es la campaña global para acabar con la violencia contra los niños, que ya ha recaudado cerca de 38 millones de dólares.
https://www.weforum.org/agenda/2019/10/most-forms-of-violence-can-be-halved-by-2030-heres-how/
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