Recuperar el entendimiento en materia de defensa entre Estados Unidos y la Unión Europea: el objetivo del EUISS en Bruselas

El creciente interés de los máximos representantes de la Unión Europea y sus estados miembros en fortalecer la autosuficiencia europea en materia de defensa, e incluso en la creación de un ejército europeo, ha suscitado preocupaciones en Estados Unidos, por ahora el máximo socio de los países europeos en el ámbito militar y de defensa. La iniciativa, promovida sobre todo por la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés, Emmanuel Macron, ha sido vista por el gobierno presidido por Donald Trump como una amenaza para la OTAN. Una reacción en parte contradictoria teniendo en cuenta que el actual presidente de Estados Unidos ha reprochado en repetidas ocasiones a los países de la Unión Europea la insuficiente contribución al presupuesto de defensa común y la excesiva dependencia de estos con respecto a la OTAN.

Ante la reacción americana, Europa ha desmentido que el posible futuro ejército de la Unión sea una alternativa a la OTAN, sino que ambos serían complementarios. Con el fin de compartir opiniones e iniciativas con respecto a la reactivación de la defensa común de la Unión Europea y solucionar malentendidos con el socio transatlántico, así como para tratar otros temas que afectan a la seguridad global, el Instituto de Estudios de Seguridad de la UE, el Instituto Neerlandés de Relaciones Internacionales (el Instituto Cligendael) y el Centro por la Nueva Seguridad Americana organizaron una mesa redonda en Bruselas el pasado 3 de octubre. El objetivo era el de debatir y diseñar estrategias comunes a sucesos recientes que tienen un impacto en la seguridad global y especialmente en las relaciones transatlánticas, como el rol de la Unión Europea en las negociaciones por la desnuclearización entre Corea del Norte y Estados Unidos y la postura de Turquía en la OTAN.

Tanto los ponentes de Estados Unidos como los de los países europeos estuvieron de acuerdo en que es necesario seguir trabajando en la misma dirección con el fin de afrontar las cuestiones que amenazan al orden internacional acordado y establecido.

En la primera mesa redonda, dedicada a debatir el futuro de las relaciones transatlánticas en materia de defensa, los ponentes europeos destacaron que la misión de la Unión de ser más autónoma no podía ser interpretada en ningún caso como un deseo de aislamiento y distanciamiento de los Estados Unidos. Los miembros de EE. UU. adoptaron una postura más bien crítica con las declaraciones de su presidente, y destacaron los esfuerzos llevados a cabo por parte de la UE, aunque que sí que mostraron una parte de preocupación por el hecho de que estos esfuerzos acabaran distanciándola de Washington. Tanto los miembros de un lado del Atlántico como los del otro acabaron concluyendo que era necesaria una mejor clarificación de los roles complementarios de la Unión Europea y de la OTAN.

En el segundo debate se reivindicó la elevada aportación de los países de la Unión Europea al presupuesto de la OTAN, la cual es más alta que el 2% del PIB establecido. Aparte de la aportación directa, también se destacó que las sanciones impuestas a países vecinos en el continente tienen unos costes económicos más elevados para la Unión que para Estados Unidos. Varios ponentes lamentaron que la visión de Donald Trump de Europa como enemiga en lugar de como aliada estaba obstaculizando la cooperación entre las dos entidades, ya que parecía que la intención del presidente americano fuera la de erosionar y debilitar a la UE.

Durante el almuerzo, fue el turno de la desnuclearización de Corea del Norte y el papel que la Unión Europea debía desempeñar. Desde un principio se planteó que Pyongyang aceptaría sentarse con la UE en la mesa de negociación debido a la visión neutral que el país asiático tiene sobre esta y se manifestó que la UE no planteaba ningún otro mecanismo de acción que la negociación y los medios pacíficos. Además, la Unión Europea podría ayudar a Corea del Norte a iniciar una hipotética apertura económica. Algunos ponentes, sin embargo, se mostraron más bien escépticos ante la posibilidad real de desnuclearización del país liderado por Kim Jong-un.

Finalmente, en la última mesa redonda se abordó el tema de la complicada relación de la Unión Europea y Estados Unidos con Turquía. Se puso de manifiesto que los principales motivos del distanciamiento entre Trump y Erdogan tienen que ver con la tardía reacción del gobierno americano al intento de golpe de estado en el 2016 y el posterior arresto del pastor americano Andrew Brunson, así como con el apoyo que Estados Unidos brinda en Siria a las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG), que Turquía considera enemigas. La adquisición de armamento ruso por parte de Turquía dificulta todavía más el entendimiento entre Washington y Ankara. Sin embargo, los ponentes europeos manifestaron que no pueden perder a Turquía como aliado estratégico por varias razones geopolíticas.

Después del encuentro, parece que ni los expertos estadounidenses ni los de los países europeos tienen ningún interés en el distanciamiento de ambas entidades a la hora de afrontar las amenazas a la seguridad global ya que este escenario debilitaría tanto a Europa como a EE. UU.

https://www.iss.europa.eu/content/weathering-storm-transatlantic-security-insecure-times

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