Según un estudio publicado por el European Union Institute for Security Studies, en los próximos años la inteligencia artificial (IA) estará presente en casi todos los ámbitos de la vida diaria: comunicación, asistencia sanitaria e incluso en seguridad y defensa.
En el ámbito de la defensa, la IA puede representar una oportunidad y a la vez un peligro. Por una parte, tenemos la falta de la perspectiva humana en el funcionamiento de armas, la cual puede producir violaciones de las normas internacionales en relación con la conducta de guerra. Por otra parte, se habla de la IA como mejora en la toma de decisiones en procesos militares. La cuestión aquí es la siguiente: en una situación de tensión y emoción, ¿la IA supone un valor añadido o un hándicap en la toma de decisiones? ¿La UE dejará perder la oportunidad de que intervenga la revolución de la inteligencia artificial?
Sin embargo, desarrollar una estrategia en defensa basada en la IA dependerá de la actitud de los gobiernos de cada país. Ellos decidirán si se debe invertir suficiente capital en procesos de I+D y robótica.
La IA puede ser utilizada como una herramienta destinada a las misiones y operaciones de CSDP (EU’S Common Security and Defence Policy), en las fases de detección, preparación y protección.
En la primera fase (detección), la IA podría permitir que la UE recopilara información y datos de países geográficamente lejanos en vez de enviar personal técnico a la zona. También la interpretación de información podría ser interesante, ya que proporciona una visión más amplia del conflicto o de las dinámicas de la crisis que se esté viviendo en el país o región. Este nuevo fenómeno podría ayudar a otros órganos de la UE, como SIAC (Single Intelligence Analysis Capacity), a solucionar el vacío entre la detección y la primera acción. Además, la IA mejoraría la detección de capacidades a nivel más táctico. Por ejemplo, podría apoyar la elección de localizaciones para llevar a cabo asistencia humanitaria, o la mejor localización en la que establecer campos de refugiados o identificar suministros de agua, etc.
En la segunda fase (preparación), la IA puede tener un rol significativo en los procesos de decisión bajo la CSDP. La IA se utilizaría para clasificar o priorizar políticas en función de un criterio preprogramado y así permitir que los legisladores tengan unos conocimientos de los factores y costes más precisos. Por lo tanto, la IA puede promover una mejor distribución de recursos durante las misiones y operaciones y también daría al Comité Político y de Seguridad (PSC) una visión más amplia de la crisis y su contexto. El estudio también habla sobre otras habilidades que este tipo de inteligencia podría ofrecer. Como por ejemplo, intervenir en procesos de grabación de acciones de individuos y de grupos terroristas, en los que los datos estén basados en acciones pasadas, doctrinas y/o estrategias. En esta fase, también entraría todo aquello relacionado con el transporte y la asistencia, entendiendo que la IA puede ser útil para crear vehículos semiautónomos para así proteger convoyes enviados a territorios hostiles, o trabajadores de ONG, personal sanitario o diplomáticos.
En la tercera fase (protección), la IA tendría como objetivo principal facilitar ayuda a la UE para proteger a su personal y mejorar su resistencia en el campo, en el caso de cuerpos militares del CSDP. Investigaciones actuales sobre esta inteligencia prueban que en el ámbito tecnológico hay más posibilidades de uso, como sensores de imagen en zonas oscuras u hostiles, y orientación médica tanto por humanos como por robots médicos.
El interés actual en esta nueva disciplina se vuelve importante como contramedida para combatir los delitos cibernéticos, ya que estos van en aumento. A través de la IA se podría proteger al personal europeo de campañas desinformadoras (fake news, imágenes, vídeos falsos…) y ciberataques.
Fuentes de información:
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