Joan Figuera: “Somos una policía de referencia, robusta y profesional”

Comisari Joan Figuera LópezComisario Joan Figuera López desde 2009, nacido en Barcelona el año 1961, es licenciado en Ciencias de la Comunicación (UAB) y master en Políticas Públicas de Seguridad (UOC). Ingresó en el cuerpo de Mossos d’Esquadra en la primera promoción – este año ha hecho 35 -. Durante su larga e intensa carrera profesional ha trabajado, entre otros servicios, en seis de las nueve regiones policiales. Actualmente es el jefe de la Sala Central de Mando.

¿Con los años que hace que entró en la Policía de la Generalidad – Mossos d’Esquadra (PG-ME) y en las categorías y destinos en que ha trabajado, cómo ve la evolución de este cuerpo policial los últimos años?

¡A lo largo de estos años hemos desarrollado un cuerpo de policía desde casi cero! La primera promoción fue el inicio de lo que hoy somos. Durante estos años hemos pasado por diferentes fases de desarrollo y por varias “crisis de crecimiento”, lógicas y necesarias para llegar donde estamos hoy, en las puertas del tricentenario del cuerpo. Ahora somos una policía de referencia, robusta y profesional, capaz de hacer frente a las demandas más exigentes de una sociedad moderna y desarrollada como la nuestra.

Nuestra etapa contemporánea, la situamos en el año 1979 con la aprobación del Estatuto de autonomía de Cataluña. En aquel momento, el cuerpo de Mossos d’Esquadra (CME), formado por casi un centenar de agentes, únicamente garantizaba la seguridad de los edificios institucionales y la del presidente y el Gobierno de la Generalidad. Definimos aquella época como una etapa simbólica y de recuperación (de 1979 a 1984). El 1 de junio de 1983 se incorporan al CME 260 policías, y se convierte en una policía funcional que asume las competencias de la Generalidad de Catalunya en materia de seguridad. El cuerpo crea las brigadas del juego y espectáculos, menores, medio ambiente, salud pública y ámbito penitenciario, y la primera unidad de información. Todos estos servicios dan notoriedad y prestigio al CME. De 1994 a 2008 llega el esperado despliegue de sustitución, que establece la PG-ME como una policía integral en todo el territorio de Cataluña. Esta es la etapa nuclear de nuestra función y nuestra razón de ser como policías. Durante este periodo, el CME se desarrolla, se profesionaliza y madura, y llega a la cifra de más de 17.000 agentes. Durante la última década – una vez finalizado el despliegue de sustitución- vivimos una etapa de tránsito (de 2009 a 2015), que va desde el “post-despliegue” en que todavía faltaba acabar de construir la estructura interna, el estilo organizativo y una metodología, hasta la robustez organizativa y operativa que hoy tenemos.

¿Considera que el cuerpo de Mossos d’Esquadra actualmente ya está viviendo un cierto relevo generacional? ¿Habría que articular medidas para hacer frente al envejecimiento progresivo del cuerpo?

El relevo generacional es necesario en todas las organizaciones. También en la nuestra. Hay que conducirlo con inteligencia y no se puede hacer de cualquier modo. Las organizaciones y la policía, y en concreto el CME, tiene que aprovechar todo el conocimiento adquirido y el valor añadido que proporciona la experiencia de los que tienen una larga carrera profesional. ¡No hacerlo puede ser un error vital! Un buen mando es aquel que demuestra resolver los problemas de seguridad en tiempo de crisis y en situaciones adversas. ¡En condiciones de “confort”, cualquiera es bueno! Hay que conducir bien esta experiencia para que revierta en los más jóvenes, que tendrán que conducir el CME las próximas décadas. Este es el nuevo reto estratégico de hoy.

¿Qué retos afronta la PG-ME en los tiempos que vienen y qué capacidades tiene para hacerle frente?

El reto esencial son las políticas públicas y las estrategias policiales para hacer frente a la delincuencia común y al crimen organizado en cada uno de sus niveles. Aquí es necesario un trabajo transversal, entre el Departamento de Interior con la PG-ME y las corporaciones locales de las ciudades más importantes, que orienten su guardia urbana o policía local a generar sinergias más productivas, más allá de sus competencias y mandatos. Hay que fomentar y generar una “política criminal” más eficaz por parte de todos los operadores.

Evidentemente, el terrorismo al nivel que hoy estamos viviendo es otro reto importantísimo. Cataluña, desde el punto de vista geoestratégico, está situada en un lugar preferente y la capital, Barcelona, es un reclamo por su grandeza, diversidad y notoriedad universal. El cuerpo ha hecho y está haciendo un esfuerzo muy importante, tanto en materia de prevención como de reacción a un nuevo episodio de drama y terror como es un atentado.

Internamente ya hace unos años que hemos llegado a la madurez organizativa, y eso nos ha traído normalidad. Desde esta estabilidad y robustez, hemos podido afrontar los retos de seguridad que se nos han presentado. El caso más evidente es la gestión del atentado del 17 de agosto en Barcelona y Cambrils. Tenemos muchos otros retos: el tráfico, el incivismo, la segunda actividad, etc., y otros muy importantes y trascendentes que superaremos desde la conciencia y la profesionalidad.

¿Cómo cree que se tendría que articular el sistema de policía de Cataluña?

¡Es una buena pregunta! Se puede responder a ella de distintos modos, todo depende del desarrollo estratégico que decidamos, o lo que se decida políticamente. La pregunta es: “¿Hacia dónde queremos ir?”. Creo que los policías tenemos mucho por decir. Somos unos cuantos los que hemos vivido todo este proceso de desarrollo del cuerpo de Mossos y las policías locales. Partimos de dos leyes, la de 1991 de las policías locales y la de 1994 del cuerpo de Mossos d’Esquadra, y de la Ley del sistema de seguridad pública de Cataluña (2003), en el marco del Estatuto de autonomía.

Personalmente, pienso que tendríamos que trascender, superar el modelo actual, empezando por el buen trabajo que ya se ha hecho desde el Instituto de Seguridad Pública de Cataluña (ISPC) en la formación básica conjunta y los cursos de mandos y de especialidad. Ahora habría que fijar unos mismos criterios de selección para policías y para mandos. La selección y la formación tendrían que ser responsabilidad del ISPC. Partiríamos de unos policías de base con los mismos valores, actitudes y aptitudes. Una vez superado el curso y con el título de policía o del grado de mando en la mano, podrían optar a las plazas de cualquier policía local que, con una entrevista de idoneidad final, podrían optar a la plaza o al municipio deseado y, después de un periodo de prácticas, obtendrían la plaza fija. Habría que incorporar un sistema de pasarela de un cuerpo a otro. De policía local a los Mossos d’Esquadra y viceversa, con un plan de carrera con especialidades y categorías que permitiera la movilidad de los funcionarios, con un sistema mínimo de permanencia y algunas reservas por especialidades.

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