Superintendente jefe en la Guardia Urbana de Badalona. Presidente de la ACCPOLC. Doctor en Sociología, licenciado en Antropología, master en Estudios Policiales, diplomado superior en Criminología y en Aptitud Pedagógica por la Universidad de Barcelona y diplomado en Función Gerencial de las Administraciones Públicas por ESADE.
¿Qué balance hace de la situación actual de la seguridad en Badalona?
Badalona es una ciudad de gran complejidad, configurada por barrios de idiosincrasia muy diversa, situada en un entorno metropolitano de gran alcance. Las estadísticas hacen patente que se encuentra en consonancia con el resto del área metropolitana, con pequeñas fluctuaciones que varían de un año a otro. Podemos decir que tanto la seguridad vial como la seguridad ciudadana son óptimas o muy razonables.
¿Y del trabajo conjunto de la Policía Local con los Mossos d’Esquadra?
Badalona fue la primera ciudad del área metropolitana en que se desplegaron los Mossos d’Esquadra. Como las instalaciones no se habían construido aún, se alojaron en unos módulos ubicados en el interior del recinto de la Guardia Urbana. Desde el principio, se utilizaron muchos espacios de manera conjunta, lo que facilitó el conocimiento mutuo entre agentes de ambos cuerpos y posibilitó pensar en realizar servicios conjuntamente. Cuando los Mossos tuvieron su propia comisaría, se creó una sala conjunta de comunicaciones, donde agentes de ambos cuerpos gestionaban las demandas de servicios. Actualmente la sala ya no existe, pero tenemos un sistema de patrullas Tándem (integradas por un agente de cada cuerpo) que nos da muy buen resultado. Estamos muy satisfechos del trabajo conjunto y seguiremos explorando nuevas formas para conseguir una seguridad más eficiente.
¿Cuáles considera que pueden ser los problemas más preocupantes actualmente para un policía en Badalona?
Desde el punto de vista de la seguridad, hay mucha sensibilidad por el terrorismo yihadista y por el incremento de la violencia en las intervenciones. Desde el punto de vista corporativo, preocupa mejorar la imagen de la policía, lo que se considera un exceso de politización del servicio, también la burocracia excesiva y, muy especialmente, la renovación de la plantilla. La Guardia Urbana tiene cada vez una media de edad más elevada y los agentes se encuentran expectantes ante una posible jubilación a los 60 años. Eso también daría más opciones de carrera profesional a los agentes que tienen aspiraciones a ocupar cargos de mando.
¿Cómo cree que se tendría que articular el sistema de policía de Cataluña?
Soy partidario de algo parecido al modelo belga, adecuándolo a nuestra realidad. El año 2003 tuve la oportunidad de visitar a la policía holandesa y a la belga. El modelo holandés se había articulado en torno a regiones policiales autónomas y con una llamada “región de apoyo” para las demás. En Bélgica se acababa de poner en marcha un modelo llamado “de integración”. Una policía en Bélgica y dos niveles de servicio, federal y local, absolutamente integrados, con estatuto único de la policía para su regulación, instituciones comunes, flexibilidad y pasarelas entre cuerpos. Desde el primer momento pensé que aquello podría ser el referente para Cataluña.
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