En un documento de archivo del FBI que data del 12 de febrero del año 2002, se hacía referencia a un tipo de extremismo grave protagonizado por grupos como el Frente de Liberación Animal (ALF) y el Frente de Liberación de la Tierra (ELF). En el año 2002, se estimaba que estos grupos habían cometido más de 600 actos criminales y habían causado daños superiores a los 43 millones de dólares en los Estados Unidos en un periodo de seis años. Según el mismo documento, ALF se estableció en Gran Bretaña a mediados de la década de los 70 y actuó en los Estados Unidos a finales del mismo periodo. ALF estaba comprometido con poner fin al abuso y la explotación animal mediante acciones directas contra empresas o individuos que utilizaban los animales para la investigación o para lucrarse (granjas, restaurantes, laboratorios de investigación animal, etc.). Posteriormente, en el año 1992, ELF se fundó en Brighton (Inglaterra) y en 1993 las dos organizaciones declararon en un comunicado la solidaridad de sus actuaciones. Esta segunda organización cometía actos de sabotaje y atentados contra la propiedad en aquellas industrias y entidades que, con su actividad, perjudicaban el medio ambiente.
El informe anual de Europol sobre la situación del terrorismo documenta esta forma de extremismo desde el año 2008. El último informe, del año 2017, que recoge los incidentes correspondientes al 2016, indica que el activismo de estos grupos se concretó básicamente en acciones pacíficas y legales tanto en el espacio físico como virtual. No obstante, se registraron varios incidentes violentos debidos a la infiltración de grupos anarquistas y de extrema izquierda, que impusieron su modus operandi. Los incidentes más destacados se produjeron en Bélgica, Alemania e Italia.
Concretamente en Bélgica, activistas a favor de los derechos de los animales organizaron varias protestas contra la experimentación y el sacrificio de animales sin el uso de anestesia. En general, fueron actos pacíficos, con la excepción de algunas entradas no autorizadas en granjas para filmar las condiciones de vida de los animales y denunciar las situaciones de abuso.
En Alemania, grupos extremistas sabotearon cableado de líneas de ferrocarril.
En Italia, existe un importante movimiento contra la construcción del tren de alta velocidad (No Tav); en este marco, se cometieron actos de sabotaje en Bolonia y en Roma. A partir del movimiento No Tav, también han surgido otros grupos de inspiración similar como No Grandi Navi contra la llegada de grandes cruceros a Venecia; el grupo No Ponte contra la construcción de un puente en el estrecho de Mesina y el grupo No Ombrina contra las perforaciones petroleras en el mar Adriático.
En nuestro país, no se podría hablar de actividad ecoterrorista, aunque sí que se han documentado episodios aislados como la liberación masiva de visones en granjas de cría.[1] Existe una sensibilización social creciente contra el maltrato animal y a favor de estilos de vida más sostenibles, que se manifiesta principalmente de forma pacífica; que hasta la fecha se ha mantenido dentro de los márgenes legalmente aceptables y legítimos.
[1] Véase también: https://www.scribd.com/document/200088143/Roba-i-esclavatge-II-Depurant-responsabilitats-sobre-la-introduccio-del-viso-america-a-Espanya-Jerusa-Villergas.
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