Últimamente, los ataques contra los extranjeros que se habían producido en 2008 y en 2015 en Sudáfrica están volviendo a la actualidad. Según un estudio del Institute for Security Studies (ISS), los incidentes racistas en forma de ataques a miembros de varias minorías nacionales que viven en el país, sobre todo en las ciudades de Pretoria y Johannesburgo, han vuelto a ser una realidad. Estos ataques se producen en un contexto de una alta criminalidad, que frecuentemente es atribuida al exceso de ciudadanos extranjeros en el país, a quienes, como en muchos países occidentales, se utiliza como chivos expiatorios.
Los nigerianos se encuentran entre los más perjudicados, ya que ven sus casas y tiendas atacadas con cierta frecuencia. El tema se ha convertido en una cuestión nacional, hasta el punto que en la capital nigeriana, Abuja, varias dependencias de compañías sudafricanas han sido atacadas con violencia. El mismo Parlamento nigeriano ha enviado una delegación a presentar una queja ante el Gobierno sudafricano. Pero estos ataques no tienen como objetivo únicamente la comunidad nigeriana, sino también, por ejemplo, los congoleños o los somalíes, que han visto cómo algunos de sus miembros eran asesinados durante los incidentes. Es muy posible que, tal como sucedió tras los incidentes del año 2015, los ataques contra propiedades sudafricanas se puedan producir en otros países de la zona (en aquella fecha, se registraron en Zimbabue, Mozambique, Zambia, Malaui y Etiopía).
El Foro para la Diáspora Africana (ADF en las siglas en inglés), que defiende los intereses de los inmigrantes africanos en Sudáfrica, acusa directamente al alcalde de Johannesburgo de incitar el ataque a los inmigrantes al acusarlos de la oleada creciente de delincuencia que afecta a la ciudad, con aumentos persistentes de los homicidios y de los robos con violencia.[1] De hecho, las grandes manifestaciones contra la presencia de inmigrantes se convocan formalmente contra la delincuencia en general, la prostitución y el tráfico de drogas. Varias fuentes, sin embargo (entre ellas, la Organización Internacional para las Migraciones), coinciden en que el número de muertos ha sido más bajo este año que en el año 2008, debido fundamentalmente a una respuesta más rápida de la policía sudafricana. Habrá que ver cómo evoluciona la situación, si la Unión Africana vuelve a intervenir como lo hizo en 2015 y si los países originarios de las víctimas de estos ataques intensifican las presiones y represalias. Estos hechos constituyen, sin duda, un elemento de tensión entre los países de la zona, que no parece poder librarse del racismo tradicional en el país. Ahora, simplemente, algunas de las víctimas han cambiado de bando.
[1] Según datos del ISS, en el periodo 2014-2015, diariamente 49 personas fueron víctimas de homicidio y 48 de tentativa de homicidio, al mismo tiempo que 56 domicilios fueron violentados.
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