José Martínez Espasa, jefe de la Policía Local de Dènia, acaba de publicar un libro que es relevante para el sector de la seguridad. Se trata de la obra Las políticas públicas de seguridad ciudadana. Análisis y propuestas desde la Criminología,[1] que recoge el trabajo realizado en su tesis doctoral y resulta interesante por diversos motivos.
Plantea un concepto moderno e integrador de la seguridad en que la policía tiene un papel relevante, pero no es el único actor. Nos dice el autor: “Las políticas de seguridad no exigen siempre la utilización del recurso a la organización policial. Seguridad no es sinónimo de policía” (p. 37). Su insistencia sobre la necesidad de políticas públicas de seguridad que tengan en cuenta todos los factores y actores que inciden en ella tiene que acabar convenciendo el lector de su mensaje. La policía es presentada como un actor fundamental en el plano de la prevención.
Las políticas públicas de seguridad, y esta es la gran aportación que él quiere hacer, tienen que estar basadas en el conocimiento que la investigación criminológica y otras disciplinas puede ofrecer para facilitar los procesos de toma de decisiones en este ámbito. Pero no es sólo el diagnóstico el que debe tener una base empírica, sino que la evaluación también debe ser muy rigurosa y objetiva. No se puede avanzar si no se establecen mecanismos fiables de medida del impacto de las estrategias y acciones dirigidas a mejorar la seguridad de los ciudadanos.
La obra ofrece pautas concretas tanto para la diagnosis como para la evaluación. Pero no lo hace sólo en el campo teórico, sino que presenta una recopilación de 20 políticas y estrategias de seguridad, que empieza por experiencias recomendables en el campo de la auditoría y el diagnóstico, para pasar a analizar políticas centradas en varios ámbitos materiales (jóvenes, drogas, deterioro urbano, bandas, ocio nocturno, violencia en la escuela, mediación y prevención de la reincidencia).
También dedica un espacio a la recopilación de experiencias de colaboración entre el sector privado y las administraciones públicas, ofreciendo una aproximación a la situación del tema en el ámbito internacional. De hecho, esta perspectiva global, teniendo en cuenta tanto los fenómenos como las experiencias internacionales, es una constante de la obra. Nos dice que las actuaciones tienen que hacerse a nivel micro (local) para dar respuesta a los problemas concretos de seguridad existentes, pero teniendo en cuenta los marcos regional, nacional e internacional, tanto con respecto a la movilidad de los fenómenos como a la necesidad de compartir experiencias que puedan ser de utilidad.
En resumidas cuentas, es un libro recomendable como buena introducción a las políticas públicas de seguridad ciudadana, que ofrece muchos ejemplos de cómo la criminología ha servido de apoyo a políticas públicas de seguridad que han sido efectivas. Puede interesar especialmente a actores de seguridad necesitados de ideas donde inspirarse para diseñar nuevas estrategias de seguridad.
[1] Vid. Martínez Espasa, J. (2016). Las políticas públicas de seguridad ciudadana. Análisis y propuestas desde la Criminología. Tirant lo Blanco. Valencia. Puede leer una reseña en el blog de criminología Iter Criminis.
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