En los EE.UU., falsas evidencias en juicios por incendios intencionados han enviado a la prisión a muchas personas

El número 199 de la revista Polizei Newsletter el mes de septiembre pasado se hace eco del escándalo que ha estallado en los Estados Unidos por el hecho de que una investigación ha demostrado que algunas evidencias utilizadas en juicios donde se sospechaba que los acusados habían provocado incendios de forma intencionada no tienen base científica y, en todo caso, no determinan de manera inequívoca si un fuego ha sido intencionado o no. Teniendo en cuenta que, en algunos casos, en los incendios objeto de juicio han muerto personas y que, en caso de que resulten culpables, los acusados pueden ser condenados a prisión de por vida o, incluso, ejecutados, el escándalo todavía es mayor.

Dos son, básicamente, los nexos causales que se habían aceptado, de manera generalizada y unívoca, como evidencias de incendios intencionados:

  1. La existencia de ciertos patrones y daños en los restos de los incendios se habían identificado con la presencia de productos acelerantes del fuego, como, por ejemplo, la gasolina. La presencia de estos acelerantes era considerada como una evidencia irrefutable de que el incendio era intencionado. Además, en algunos casos, la ausencia de restos de los productos acelerantes no evitaba la condena del acusado, ya que se consideraba que la sustancia correspondiente podía haberse evaporado con el transcurso del tiempo.
  2. Una temperatura anormalmente alta del fuego se consideraba como prueba irrefutable de que el incendio había sido provocado.

Ya en los años 90, la investigación científica puso en evidencia la falta de base de estos mitos de la investigación de incendios. Un estudio reciente llevado a cabo en el marco del Arson Research Project ha demostrado que la presencia de acelerantes y la temperatura del fuego no tienen relación entre sí y que tampoco conducen, inequívocamente, a la evidencia de un fuego intencionado.

Durante décadas, muchas personas han sido condenadas a partir de estas verdades absolutas que ahora se evidencian como falacias. Concretamente, este proyecto de investigación ha demostrado que, en el caso de Cameron Todd Willingham, que fue condenado a muerte y ejecutado en el estado de Tejas en el año 2004 por provocar un incendio que causó la muerte de sus tres hijos, las evidencias que determinaron la sentencia son las que ahora se demuestran sin fundamento. Actualmente, en California un juez está a punto de dictar una sentencia que determinará que George Souliotes fue condenado a cadena perpetua en el año 1997 como causante de un fuego con resultado de tres personas muertas, que ahora se demuestra accidental (mientras tanto, George Souliotes ha pasado casi veinte años en la prisión).

Los investigadores están convencidos de que hay muchas personas en las prisiones americanas que han sido condenadas como autoras de incendios intencionados en casos en que los incendios eran puramente accidentales. Parece inevitable la revisión de muchos de estos procesos para determinar la justicia o la injusticia de las condenas.

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